No falló en su último paso. Plasmó en el resultado final todo lo que se esperaba de él. Novak Djokovic no encontró sorpresas en la final del Abierto de Australia y continúa ratificando su condición de cómodo líder en el circuito ATP. Se impuso por 6-1, 7-5 y 7-6 (7-3) a Andy Murray (2º) para revalidar el título conseguido en 2015.
El serbio jugó un primer set arrollador, no dio opciones a partir de sus 10 winners, 13 de 16 puntos ganados con su primer saque y dos quiebres (100% de efectividad). Recién desde el segundo episodio se armó el partido, el estratega escocés comenzó a complicar con su talento y Nole debió apretar para llevarse los siguientes parciales por una estrecha ventaja.
El británico tomó más riesgos y tomó el control de los tiros ganadores (21 contra 8), aunque pagó con la cantidad de errores no forzados (34). El de Belgrado tuvo mayor oportunismo y sacó un quiebre más (2 vs. 1) para llevarse el segundo set y quedar a un paso de la consagración.
En el tercero fueron palo y palo, parejos en winners, un break por lado y casi sin diferencias. Pero la pequeña y necesaria distancia la sacó Novak al llevarse el desempate con autoridad y cerrar el match en 2h53m.
Djokovic continúa invicto en este 2016 tras su título en Doha (récord de 12-0), en la primera semana del calendario, y se adjudicó su 6º Slam en Australia para igualar a Roy Emerson como el más ganador de la historia. Además, fue el 11º grande de su carrera. Para el Nº 1 del mundo, de 28 años, fue también la 61ª conquista en su haber.
El año empezó color Djokovic. El impenetrable serbio, con aires de imbatibilidad, marca la tendencia y desde su tenis le manda un mensaje a sus rivales: deberán dar mucho más de lo que tienen si quieren cortar la hegemonía. De lo contrario, habrá rey para rato.

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